viernes, 2 de marzo de 2018

Ensoñación

El suave murmullo de la música a nuestro alrededor envuelve el momento en una atmósfera especial, en una dimensión que trasciende el espacio y el tiempo. Luces cálidas como una noche de verano y dos copas llenas de licor, hielo y buena compañía.
Un planteamiento sencillo y perfecto.
Todo el que nos observe en la distancia, podría pensar que tan sólo mantenemos una conversación entre amigos. Verán que te miro a los ojos y te sonrío como hace una persona amable ante su interlocutor. Que cada vez que bebo de mi copa, me alejo momentáneamente del diálogo para sumergirme en mis pensamientos y después… después regreso al presente.
Verán sólo a dos personas compartir un momento y un lugar.

Pero no sabrán que en ese instante preciso en el que atrapo tu mirada en la mía, me pregunto dónde has estado durante todo el tiempo en el que no te conocí.
Me pregunto cuál ha sido el azar de encontrarte precisamente aquí y ahora, que ya no buscaba a nadie, ni tampoco esperaba encontrarlo en mi camino.
Me pregunto cuánto tiempo puede durar esta sensación tan intensa de reconocerme en ti, en cada uno de tus gestos, en tus palabras como si fueras yo misma encarnada en otra persona. Como si fueras un reflejo de lo que mis pensamientos fantasean en soledad y que, de pronto, se ha hecho realidad para mí.

Me pregunto si será posible retener ese sentimiento y guardarlo en un frasco de cristal para poder disfrutarlo en pequeñas dosis a solas, cuando tú no estés. Como un perfume intenso y sensual que derrama toda su esencia en una sola gota que resbala por la piel y recorre cada poro con lentitud de caricia clandestina. Como un deseo sin formular que acompaña cada palabra, cada movimiento, delatándose en un mínimo detalle que no se puede controlar.
Me pregunto si no serás realmente un sueño dentro de mi propio sueño, la respuesta del Universo a mis silenciosas oraciones nocturnas. Esas que acompañan todas mis noches, que ni siquiera mis labios se atreven a pronunciar, pero que se repiten como un mantra en mi mente, hasta convertirse en una verdad de fe.
Me pregunto si tu sonrisa se debe a mi presencia, o a mis palabras, aparentemente naturales y espontáneas, concatenadas con las tuyas sin esfuerzo en un diálogo que discurre paralelo a mi propio discurso interior, el de mis preguntas.
Y espero que lo sea.
Deseo que lo sea.

Me pregunto si tú podrías llegar a sentir todo esto que yo siento.
Si eres capaz de verme de la misma forma que yo a ti.
Si me percibes como un ser que respira y palpita al otro lado de la mesa, en medio de este escenario lleno de actores que es la vida entera, anhelando ser la persona a quien tú esperabas. Que respira y palpita en este momento para ti con sus cinco sentidos.

Me pregunto si tú podrías sentir lo mismo.
Porque lo cierto es que todas mis preguntas quedan encerradas en mi cabeza, sin llegar a franquear la barrera de mis labios, curvados en una sonrisa que contiene todas mis ensoñaciones.

La gente que pase a nuestro lado nos verá a los dos.

Pero yo sólo te veo a ti.

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